
En una época en la que los retrovisores tienden a desaparecer en favor de cámaras, resulta necesario rendir tributo a un elemento que ha marcado siluetas, reforzado identidades y, en ocasiones, robado el protagonismo al conjunto del coche: el espejo retrovisor. Estas son algunas de las piezas más icónicas y hermosas que ha dado la historia del motor.
Ferrari Testarossa
El «monoespejo» original del Ferrari Testarossa es ya leyenda. Montado alto, junto al pilar A izquierdo, era tan extravagante como icónico. En versiones posteriores se añadieron retrovisores a ambos lados, pero el efecto ya estaba hecho: inolvidable. Esa primera generación pasaría a formar parte de la cultura popular gracias a la asimetría que aportaba en una década clave para el diseño automotriz.

Pagani Huayra
El Pagani Huayra es uno de esos modelos modernos que tiene mucha tradición a sus espaldas. La firma italiana se ha hecho famosa por cuidar el más mínimo detalle, y los retrovisores del Huayra son un buen ejemplo: inspirados en pétalos de flor y con un soporte esculpido en fibra de carbono, parecen joyas suspendidas sobre el coche. Teniendo en cuenta el rendimiento del vehículo, también se ha pensado en ellos para aportar eficiencia aerodinámica.

Mercedes-Benz 300S
Si hay un coche que haya pasado a la historia por sus puertas, ese es el Mercedes-Benz 300SL. Concretamente, la versión alas de gaviota del 300 SL, la más codiciada en la actualidad, lucía un único espejo retrovisor montado sobre el paso de rueda delantero izquierdo. Su posición asimétrica y discreta contrastaba con la teatralidad de las puertas, pero completaba una de las siluetas más reconocibles del siglo XX.

Lexus LFA
El Lexus LFA fue un superdeportivo japonés que dejó huella. Es considerado por muchos como el más refinado de la historia de la marca, pues destacaba por su diseño funcional y espectacular. Sus retrovisores, perfectamente integrados en la carrocería, destacaban por su agresividad contenida y perfil aerodinámico preciso. Por este tipo de detalles, el LFA se mantiene como un referente de deportividad, con el rugido de su V10 calando en el hipotálamo (y los oídos) de muchos aficionados.

Isdera Commendatore
No todos los días se ven ejemplares como el Isdera Commendatore. Este superdeportivo es una rareza alemana cargada de exotismo, considerado por algunos como un sucesor del «alas de gaviota». Concretamente, el Commendatore 112i fue un prototipo funcional que tenía el retrovisor montado en un brazo central tipo periscopio, sobre el techo. Una solución de ciencia ficción digna de los 90 que rompía cualquier molde y que todavía llama la atención en pleno siglo XXI.

Toyota 2000GT
El Toyota 2000GT está considerado por el gran público como el primer superdeportivo japonés y uno de los vehículos más bonitos de todos los tiempos. Sus líneas eran arrebatadoras y llamaban la atención sus elegantes retrovisores tipo bala, montados sobre los pasos de rueda delanteros. Le daban una estética clásica y muy de la era Bond. Podemos decir que todo en él era sofisticación.
