En 1993, Alfa Romeo sorprendió al mundo automovilístico con un golpe de autoridad en terreno ajeno: el Deutsche Tourenwagen Meisterschaft (DTM), el campeonato de turismos más prestigioso de Europa. Su arma secreta fue el Alfa Romeo 155 TI V6 DTM, una máquina que combinaba la pasión italiana con la ingeniería de precisión más avanzada de su tiempo.
Basado en el sedán 155 de calle, el modelo de competición compartía poco más que la silueta. Bajo su piel se escondía un motor V6 de 2.5 litros capaz de girar hasta las 12,000 rpm y entregar 420 CV, transmitidos a las cuatro ruedas mediante un sofisticado sistema de tracción integral permanente. Todo el conjunto estaba ensamblado sobre un chasis tubular de fibra de carbono y aluminio, con una aerodinámica que rozaba la perfección para la época.
El debut del 155 TI V6 DTM fue sencillamente espectacular. En manos del carismático Nicola Larini, el Alfa dominó la temporada de 1993, logrando 11 victorias en 20 carreras y alzándose con el campeonato -de fabricantes y de conductores- frente a rivales de peso como Mercedes-Benz y BMW. Aquel triunfo no solo marcó el regreso triunfal de Alfa Romeo al automovilismo internacional, sino que también despertó un renovado orgullo nacional en Italia: un coche nacido en Arese humillaba a los alemanes en su propio terreno.
El sonido del V6 del 155 TI es aún recordado como uno de los más gloriosos de la historia del DTM: agudo, metálico y absolutamente inconfundible. Su triunfo fue el primero en la historia de un auto no alemán en esa competencia. Más que un auto de carreras fue una declaración de principios: la velocidad también puede tener alma.
Hoy, más de tres décadas después, el Alfa Romeo 155 TI V6 DTM sigue siendo un ícono del automovilismo, símbolo de una época en la que la pasión y la tecnología se fundieron para crear leyendas sobre el asfalto. En las fotos mostramos la 10 ma unidad producida, con VIN 00054358 y equipada con el motor número 25.
