Alfa Romeo presenta su modelo 6C 2500 en 1939. Sin ser un modelo revolucionario, reemplazó al modelo 6C 2300 B el cual era el tope de la gama desde 1936. Además de un mayor desplazamiento este modelo se distinguía por su muy mejorada suspensión, montada sobre un sistema de paralelogramo, así como amortiguadores hidráulicos telescópicos delante. Detrás se empleaban los mismos amortiguadores junto a barras de torsión.
Desde el inicio el 6C 2500 estaba disponible con diferentes carrocerías, desde autos para exhibiciones y salones con 3,25 metros de largo hasta el más pequeño de 2,7 metros empleado en las versiones deportivas. Estos últimos eran autos de dos asientos, coupé ó cabriolet, y llevaban un motor de alto rendimiento que entregaba hasta 110 H.P. de potencia, una cota respetable para la época.
Durante el breve período anterior a la Segunda Guerra Mundial la versión Turismo fue la más popular. Como dato curioso debemos saber que la producción del 2500C nunca se detuvo a pesar de la Guerra, sino que continuó en pequeñas series. Luego, durante la reconstrucción, el 6C 2500 siempre estuvo presente. Rebautizado como Segunda Serie su producción se extendió hasta 1953, cuando la realidad de una época donde un vehículo excepcional, deportivo y portador del trabajo de carrocería de un diseñador renombrado como Pininfarina excedía las posibilidades de los compradores. Ensamblado a mano, con un parabrisas a dos partes y un rendimiento envidiable el 6C 2500 excedía las expectativas de los automovilistas, pero también sus billeteras.
Se presentó una versión 6C 2500 SS, que sería el último ejemplar de la era de los Grandes Alfa Romeo. A partir de entonces la factoría milanesa debería tener el coraje de dirigir su producción en una nueva dirección hacia un mayor sector del mercado, pero esa será otra historia. Hoy quedamos con la magia de un auto de rendimiento excepcional tocado por la gracia inigualable de los pioneros diseños de Pininfarina.