Por estos días BMW tiene numerosas razones para celebrar. O más bien treinta exactamente, por los 30 años que acaba de cumplir en 2015 el BMW M3, un modelo de culto se mire por donde se mire.
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Tal parece que fue ayer cuando el fabricante alemán presentó en el Salón de Frankfurt la generación inaugural de su afamado deportivo, aunque mucho ha llovido desde aquel día de 1985 y ya han visto la luz hasta cinco generaciones diferentes.
Sobre su origen la firma bávara indicó que la división BMW Motorsport recibió entonces el encargo de desarrollar un vehículo que fuera la versión más potente y deportiva de la Serie 3, con prestaciones para la competición.
Para cumplir con las exigencias de homologación del Grupo A, debían fabricarse y comercializarse 5 000 unidades. Pero ese listón se quedó pequeño: la primera generación del M3 registró un notable éxito de ventas con 18 000 entregas en todo el mundo.
En 1992, su segunda versión recurrió por primera vez a un avanzado y potente propulsor de seis cilindros en línea con 321 CV, una dosis de potencia que BMW incrementaría en el 2000, cuando apostó por un motor de 343 CV a 7 900 rpm, gracias a tecnologías como el Doble-VANOS, en un tercer modelo que presentó una vuelta a los orígenes con un diseño más dinámico.
Siete años después aparecería la cuarta generación, desarrollada sobre la base del BMW Serie 3 Coupé, que como novedad más destacada presentó un bloque V8 con 420 CV a 8 300 rpm. Hasta llegar al M3 actual, que retoma las mecánicas de seis cilindros en línea, con la tecnología TwinPower Turbo para que potencia y ahorro vayan de la mano.
Tal es así que la potencia de este propulsor de gasolina es de 431 CV entre las 5 500 y las 7 300 rpm, mientras rebaja 25 % el consumo y las emisiones frente a los de su predecesor.
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De ese modo, los toques innovadores y la evolución constante constituyen la receta mágica tras el éxito de un modelo que sigue siendo una referencia, así que el M3 bien puede soplar orgulloso las treinta velas del cake. Y que cumpla muchos más.