Cómo caerte del avión y no morir en el impacto

Creado: Mar, 12/09/2017 - 15:17
Créditos
Ana París
Cómo caerte del avión y no morir en el impacto

Según los informes de la Aircraft Crashes Record Office, con sede en Ginebra, se han registrado unos 160 casos de personas que han sobrevivido a un accidente aéreo, incluidos los 16 sobrevivientes del avión uruguayo caído en los Alpes con un equipo entero de rugby.

Además, 42 de estos casos tuvieron lugar en alturas de más de tres mil metros

Uno de los casos involucró a un oficial británico cuyo avión fue derribado en 1944, durante la Segunda Guerra Mundial. El hombre cayó desde una distancia de 5.5 000 m sin paracaídas. Su caída fue amortiguada por pinos y nieve suave. Tras su ”aterrizaje“, salió sin heridas graves, con apenas un corte en la pierna.

El doctor Richard Snyder, experto en Ciencia Política que ha dedicado más de 50 años de su vida a investigar más de 30 mil caídas y ha publicado estudios sobre la tolerancia humana al impacto, ha estudiado casos de personas entre 18 meses y los 91 años. Según este experto, todo depende de cómo caigas, dónde aterrices, y de tu propia condición física.

Hemos recopilado algunas recomendaciones:


1- Un criterio importante para sobrevivir a la caída libre, es estar relajado.

2- Si te caes del avión o el paracaídas no se abre, intenta caer en la nieve si la hay.

3- Encuentra un buen lugar para caer: cemento, tejados y superficies duras son malos, nieve agua, vegetación y árboles son menos malos.

4- Intenta frenarte un poco abriendo brazos y piernas, logrando más superficie, esto es útil si has caído de un avión.

5- Dirige un poco tu caída, literalmente créete Superman, total ya que estas en el aire, pruébate.

6- Dobla las rodillas, relájate, cae con los pies hacia adelante, con los tobillos si es posible, protégete la cabeza.

7- Controla la orientación de tu cuerpo, tras el impacto inicial, intenta caer de lado o de espaldas.

Y si sobrevives a todo esto, disfruta del paisaje, y si puedes tira un par de fotos para la posteridad.

Créditos
Ana París