El Colón, un barco para la historia

Creado: Jue, 27/11/2014 - 16:58
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Teodoro Rubio Castaño
El Colón, un barco para la historia

Según definición de la Real Academia de la Lengua, Historia es la narración y exposición de los acontecimientos pasados y dignos de memoria sean públicos o privados. Mucho se ha hablado y escrito de este crucero de bandera española, pero de construcción y diseño italianos. Yo pretendo abordar en mi exposición el deambular de este barco desde su adquisición por la Corona española hasta el día de su partida hacia las aguas de su destino final, Santiago de Cuba, aspecto este quizá más desconocido que su viaje a Cuba y su posterior hundimiento en combate, así como la situación tan grave que atravesaba España en aquellos momentos. Corría el año 1896, España no había podido controlar la insurrección en Cuba, el grito de libertad dado en Baire el año anterior se había extendido ya prácticamente por toda la Isla. La tea incendiaria del Ejército Libertador cubano al mando de los mayores generales Máximo Gómez y Antonio Maceo había puesto en jaque a las autoridades metropolitanas, el poder español se tambaleaba. Esa complicada situación trajo consigo la dimisión del capitán general Arsenio Martínez Campos, otrora el Pacificador.

Sirva también para ilustrar la situación un extracto del discurso que dio el político liberal Práxedes Mateo Sagasta en el Congreso de los Diputados el 19 de mayo de 1897, casualmente el día que se le hizo entrega al gobierno español del Colón. Sagasta que en ese momento ejercía de oposición durante el turno de gobierno de Cánovas, dijo: ”Después de haber enviado 200.000 hombres y de haber derramado tanta sangre no somos dueños en la Isla de más terreno que el que pisan nuestros soldados“.

Por otra parte los Estados Unidos, que nunca habían negado su interés por Cuba, mantuvieron en el conflicto entre cubanos y españoles una innegable posición ambigua, por un lado presionaban a España para que les vendiera la Isla, no reconocían el derecho de beligerancia del Ejército Libertador cubano y sin embargo consentían que este se nutriera de armas, pertrechos e incluso de hombres en territorio norteamericano. Esa guerra de desgaste entre la Metrópoli y su Colonia, les venía a los norteamericanos ¨como anillo al dedo¨ para sus pretensiones anexionistas, esta era la auténtica aspiración norteamericana con respecto a Cuba.

Estados Unidos sabía que la Corona española no podría resistir esa situación por mucho tiempo, era ¨pescar en río revuelto¨, la situación más propicia para una compra a la baja, la fruta, Cuba ya estaba madura. En varias ocasiones habían presionado sobre los gobiernos españoles para que le vendiesen Cuba, cosa a lo que estos se negaron, alegando que la Isla era parte integrante del territorio nacional a pesar de su situación ultramarina y en ningún caso pensaba el gobierno de la Regente María Cristina de Habsburgo, renunciar a su soberanía. Ni vendiendo a los norteamericanos ni entregando la Isla a su legítimo dueño, el pueblo cubano. Largo sería de explicar el momento socioeconómico y la geopolítica internacional que habían llevado a la mayor de las Antillas a una situación tan delicada, pero lo que estaba claro era que España prefirió arruinarse en una larga guerra de desgaste, tanto en lo económico, como en alto coste en vidas humanas que le estaba costando la guerra de Cuba, la flor y nata de la juventud española, eso sí, de las clases menos favorecidas, una frase basta para resumir lo anterior, ”hasta el último hombre y hasta la última peseta“.

Bien sabido era en aquellos tiempos, los norteamericanos lo tenían muy claro, uno de sus ideólogos el capitán Mahan ya lo había descrito, que un imperio colonial era imposible de mantener sin una buena marina de guerra. El subsecretario de Marina norteamericano Theodore Roosselvelt supo tomar buena nota de las ideas de Mahan, se gestaba así el nacimiento de un nuevo imperio y el ocaso de otro. El destino manifiesto se cumplía inexorablemente.

La otra cara de la moneda era la precaria situación de la marina española de aquellos momentos, una carta fechada el 14/ 03/1896 del Almirante Pascual Cervera a su primo Juan Spottorno “No tenemos escuadra no envidio la triste gloria, si gloria puede haber en ser vencido a ciencia cierta…!, te suplico no rompas esta carta, sino que la guardes por si conviene alguna vez conocer mi opinión hoy“. Sabedora España de su enorme inferioridad naval, hizo un último intento para mejorar sus notables carencias.

El proyecto de refuerzo de la marina de guerra vino dado del crédito extraordinario concedido para atenciones de guerra y marina de la isla de Cuba por ley del 29 de marzo de 1896. Dicho proyecto pretendía la adquisición de un acorazado y 2 cruceros acorazados en construcción a otras marinas de guerra, supervisaba la operación el ministro de marina de la Restauración el Almirante Beránger. En la práctica solo se compró un crucero acorazado, nuestro protagonista el Cristóbal Colón. El 27 de agosto de 1896 la gaceta de Madrid publicó la noticia. El Congreso dio su aprobación para la compra de un crucero acorazado que construía la casa Gio Ansaldo & Cia., en los astilleros Ansaldo Sestri Ponente de Génova para la Regia Marina italiana. España pagó 690.000 libras esterlinas, la duración de los trabajos de construcción fueron de 6 meses.

El diseño del más moderno y eficaz crucero acorazado del momento estuvo a cargo de Benedetto Brin, bajo la supervisión del general de ingenieros navales Edoardo Masdea. Diseño basado en tres características principales: -Disponer de unidades capaces de asumir cometidos propios de crucero acorazado. -Utilización estratégica, provistos de fuerte armamento y una coraza eficaz. -Posibilidad de confrontación con unidades mayores, gracias a su velocidad en aquel momento y su gran capacidad de fuego de sus cañones de tiro rápido. El primer navío de esta serie llamada clase Garibaldi fue puesta en el mar el año 1893. Bautizado con el nombre de Giuseppe Garibaldi que dio nombre a la clase. Se construyeron un total de 10 unidades que sirvieron con más o menos fortuna en las marinas de guerra argentina, italiana, española y japonesa, precisamente esta última dispuso de dos unidades que combatieron con bastante éxito en la guerra ruso-japonesa de 1905. El Colón debía haberse llamado Giuseppe Garibaldi ya que su antecesor fue comprado por la marina argentina. Estaba siendo construido para la Regia Marina italiana por lo que tras su adquisición el gobierno español lo rebautizó como ”Almirante Cristóbal Colón“, curiosamente como el insigne Almirante Genovés, que 404 años antes había descubierto el continente americano para la corona española. Botado tras varios intentos un 16 de septiembre de 1896, a las 9 de la mañana en el puerto de Génova. Una vez que estuvo del todo construido a excepción de su artillería gruesa, los 2 cañones Armstrong de 254 mm que debían ir emplazados en proa y en popa, y que al final nunca serían instalados.
Se entregó al gobierno español un 19 de mayo de 1897, ese mismo día del siguiente año llegaría a Santiago de Cuba. Tras diversas pruebas de velocidad, de marcha y contra marcha para evaluar la capacidad de repuesta de sus 24 calderas Niclause que daban 13.000 caballos de potencia, para conseguir que esa mole de acero níquel de 6 840 toneladas de desplazamiento consiguiera la impresionante velocidad para la época de 21 nudos. Un dato curioso, España estuvo a punto de adquirir una segunda unidad de la misma clase que el Colón, que habría de llevar por nombre ”Pedro de Aragón“, pero nunca llegó a materializarse.

Una vez obtenido el visto bueno de las autoridades españolas, zarpó con rumbo a Mahón, puerto al que arribó un 10 de agosto de 1897. Su llegada a la isla de Menorca quedó deslucida tras la luctuosa noticia de la muerte Antonio Cánovas del Castillo, presidente del consejo de ministros dos días antes, por lo que se vieron alterados los actos que en su honor se habían preparado. Emilio Díaz Moreu, su comandante había telegrafiado días antes desde Génova al alcalde de Mahón su inminente llegada, por lo que la ciudad menorquina se aprestó a darle un gran recibimiento, como he dicho anteriormente el asesinato de Cánovas lo malogró. La ciudad quiso donarle la bandera de combate, pero su pronta salida, rumbo a Cartagena lo impidió y nunca pudo realizarse tal ofrenda.

La otra fecha que marcó el destino del Colón fue el 20/10/ de 1897, ese día fue nombrado el contra-almirante Pascual Cervera comandante de la escuadra de instrucción luego llamada de operaciones de las Antillas. El Colón formó parte de escuadra junto con los cruceros del Nervión, los de la clase Vizcaya y los 3 destroyers, la suerte estaba echada. La breve pero intensa vida del crucero italiano antes de su partida a su fatal destino en aguas del mar Caribe el 8 de marzo del fatídico año de 1898, dio para que recalara en varios puertos españoles, el Ferrol, Santa Pola…y hasta realizó una visita de cortesía a Lisboa la altiva capital Lusitana.

La guerra de Cuba generaba tensiones entre España y los Estado Unidos.

La explosión en extrañas circunstancias del acorazado Maine el 15 de febrero de 1898 en la bahía de La Habana estando este en visita de cortesía en la capital cubana, hacía inminente un posible conflicto armado como así fue. Antes de la ruptura de hostilidades entre las dos naciones, partió de Cádiz el Colón en compañía del buque insignia de la escuadra, el Infanta María Teresa con el Almirante Cervera a bordo, el 8 de marzo rumbo a San Vicente de Cabo Verde, una vez reunida la escuadra al completo en el archipiélago portugués, y ante la ceguera de los políticos y marinos de Madrid, Cervera fue obligado a partir hacia un destino fatal, el 29 de abril de 1898, bajo la frase cifrada de ”Salgo para el Norte“, que telegrafió a Madrid.
Zarpó con rumbo desconocido hacia algún puerto antillano de soberanía española, pero que como todos sabemos fue Santiago de Cuba. Madrid había dado luz verde al desastre, se había sentenciado a muerte una escuadra y a cientos de hombres. He hablado del destino fatal de esta nave, pero debo rectificar, cuando miles de barcos pasaron del astillero donde fueron construidos hasta su desguace final sin pena ni gloria, sin ser recordados hoy por nadie, nuestro protagonista el Colón ha sobrevivido al olvido. En definitiva pasó a formar parte de la Historia que no es poco.

En lo que a mí se refiere, soy buzo no historiador. El Colón se convirtió en una obsesión por conocer su pasado, poder bucear en la historia nunca mejor dicho. Desde la primera vez que lo pude ver con mis propios ojos y tocarlo en el ya lejano año 1996 la sensación que tuve fue la de ver el pasado y tocar la Historia. El Colón como hilo conductor me ha permitido conocer ese apasionante momento que le tocó vivir como actor de este episodio de la historia de Cuba y España y quizá me permite conocer el presente con mejor criterio.

El Colón me permitió documentarme sobre ese apasionante momento que le tocó vivir, sin ser un erudito en la materia, el 98 me marcó y hay un antes y un después en mi vida.
Desde mi primer viaje a Cuba para bucear en un barco llamado Colón del que no sabía más que formaba parte de la escuadra de un Almirante llamado Cervera, por no saber no sabía ni en qué lugar se hallaba hundido, eso me hace pensar que quizá yo también tenía un destino manifiesto.

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