Hyundai quiere que su nuevo sedán Premium Génesis se transforme en el "LS400 del siglo XXI", haciendo por Corea lo que Lexus logró para la industria japonesa en la década pasada. Tiene el equipamiento necesario, pero su diseño genérico está dejando a muchos insatisfechos. Y si estamos comparando con Lexus, bueno, la división Premium de Toyota tiene otra cosa a favor: una marca propia, y no solamente un nombre dentro de la gama de Hyundai.
Pero vayamos a la esencia: Hyundai apunta con este auto a sectores del mercado aún no explorados por ella con anterioridad. Es un coche de tamaño y peso apropiados al sector y tendrá la configuración clásica de estos autos con un potente motor delantero y tracción trasera. Luego entre ambos estará la transmisión más eficiente posible y para ayudar a sus conductores a lidiar con tanta potencia y peso echará mano a cuanto recurso ponga Dios y la electrónica en sus manos. Por último hará aquello que los coreanos saben mejor que nadie: ofrecerá cuanto artilugio sea posible y otras marcas solo lo hagan por el doble de precio. Parece fácil, pero no lo es.
Hyundai ha trabajado duro en este modelo. La transmisión trasera es nueva en Hyundai y ha costado cuatro años de trabajo y 40 millones de dólares. El motor principal es igual de nueva factura y será un V8 de 4,6 litros que será capaz de entregar 375 CV de potencia, existiendo además dos V6: uno de 3,3 litros y otro de 3,6, ambos de menor potencia y consumo. Con estas cotas el Génesis debe bajar de seis segundos de 0 a 100 km/h.
El aspecto más controvertido es el diseño. Desde ahora la prensa se le ha echado encima confundiendo sobriedad con falta de personalidad. Muchos reclaman airados logos frontales y distintivos por doquier. Nos parece que Hyundai ha logrado un auto distinguido, capaz de lograr los clientes a los cuales está dirigido, y salvando las distancias debemos recordar que por mucho tiempo Duesemberg no dispuso de marca, ni emblema alguno en sus vehículos: eran inconfundibles. Hyundai ha creado una imagen para su berlina Premium, una placa propia y una identidad. Esperemos que los kilómetros digan la última palabra sobre lo más importante: la calidad.