El escenario: Oporto. El héroe: Augusto Farfus. La proeza: ganar la carrera número 100 en la historia del Mundial de Turismos (WTCC), que se pone interesante pues pese al triunfo individual de BMW, los legionarios del SEAT León TDI no ceden terreno. Farfus consiguió una clara victoria que aseguró ya desde la salida misma, sin frustrar ahora una estrategia de equipo diseñada para su éxito: de hecho, BMW mandó a parar a sus coches en la primera manga para que el brasileño finalizara octavo.
Tal maniobra, que ”afectó“ a Jorg Muller y el tricampeón mundial Andy Priaulx, borró la pésima imagen que dejaron los pilotos de BMW en Brno, donde la competitividad entre ellos desencadenó una serie de errores y accidentes que amenazaron los planes de equipo.
Gracias a su tracción trasera, los BMW arrancaron con ventaja en la salida estática, pero el campeón Yvan Muller (SEAT) realizó una maniobra de espectacular rentabilidad al superar a un Chevrolet en la primera curva y situarse quinto detrás de tres compañeros de equipo que, poco a poco, le habían de dejar pasar hasta la segunda posición.
Sin embargo, la impaciencia de Gabrielle Tarquini, ganador de la primera carrera, causó un temible accidente: el italiano vio despegarse a Muller y al lanzarse en cuchillo tocó el bólido de Nicola, yéndose ambos contra el muro y desencadenando una molotera.
Poco después Franz Engstler intentó rebasar a Felix Porteiro en una maniobra vital para la general del Trofeo de los Independientes, pero el español se defendió y el alemán salió rebotando, golpeando de paso al suizo Alain Menu y ganándose una bandera roja.
Tarquini ganó la primera carrera, escoltado por el británico Rob Huff (Chevrolet) y el francés Muller, quien se ratificó como líder del campeonato. BMW demostró que solo le importa un triunfo individual de su hombre más veloz: Farfus.