Un movimiento de este tipo podría ser la solución perfecta para los implicados. La idea pasa por crear una Joint Venture entre Opel y la división automovilística de PSA.
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En la nueva sociedad conjunta, GM aportaría la marca del rayo alemana, 10.000 millones de dólares en líquido (unos 7.800 millones de euros), y controlaría el 30% de la JV.
Gracias a esta maniobra, al pasar a no tener a Opel bajo su propio paraguas, y encapsularla en una sociedad de la que sólo controlaría el 30%, no se vería obligada a consolidar los resultados de la marca alemana en sus cuentas anuales. ¿Y esto qué quiere decir? Pues que, automáticamente, a la hora de presentar resultados económicos, las cuentas de General Motors dejarían de tener que afrontar las pérdidas de Opel, que quedarían simplemente imputadas a la pérdida de valor, de haberlas, de la JV que controla.
Esto, a nivel de GM, le vendría bien a ojos de las empresas de calificación de riesgo, y a ojos de sus inversores. Al mismo tiempo, la situación aliviaría presión sobre Opel para responder "inmediatamente" a su crisis interna, sin cerrarla o venderla a un tercer.
¿Y para PSA qué significaría? PSA ganaría una marca, prácticamente, al integrar Opel a una Joint Venture donde controlaría el 70%. Podría emplear el dinero inyectado por General Motors para reestructurarse, y comenzar a trabajar con el viento a favor en una profunda re-estructuración para compartir motores, plataformas y desarrollos con Opel, lo que podría abrir una ventana a recuperar la tendencia positiva.
PSA se convertiría, a través de esta JV, en una auténtica amenaza para VAG si es que es capaz de re-estructurarse y ser rentable, porque por cuota de mercado se acercaría al 20%, una cifra más que respetable. Como siempre, la clave estaría en ver si vendiendo tantos coches, sería capaz de ganar dinero.
Para ello, una asociación en formato de Joint Venture entre PSA y Opel debería incluir cierres de factorías y despidos de empleados bastante importantes, algo que el Gobierno Francés no quiere a toda costa. Pero quiera o no quiera, la sociedad podría formarse igualmente.
Sin duda, lo vemos con buenos ojos desde el punto de vista de una solución para los problemas de dos jugadores en serio peligro. Pero la realidad es que vemos complicado el proceso de despido y cierre de fábricas. Traumático y complicado.
La cosa podría complicarse si se ve que el proceso de re-estructuración se alarga sin conseguir resultados. En un momento de ese tipo, si los gobiernos se ponen "cabezones", GM podría darse "las de Villa Diego", y dejar a PSA con Opel bajo su cargo, desentendiéndose de la asociación. Un riesgo que creemos es asumible en todo caso, pues si la operación saliera bien, tendría buenos mimbres para un futuro mejor.