Vehículos únicos, sin iguales, utopías hechas realidad

Creado: Dom, 03/01/2010 - 21:39
Créditos
Willy Hierro Allen
Vehículos únicos, sin iguales, utopías hechas realidad

Construir un automóvil ”a capricho“ es una tarea difícil de realizar, sin embargo, cada año un nutrido grupo de locos consigue terminar su quimera y sale a mostrarla donde pueda, orgulloso de su obra y muy seguro de que en ella hay tanto de ingeniería como de arte. Para iniciar este año, junté tres de la colección para mostrárselos.

El primero es una alegoría del pisicorre Volvo, una figuración jamás imaginada por los diseñadores suecos de la marca. Aplastado de una manera que te deja sin resuello solo suponer que tienes que entrar para  acceder al volante con la intensión de manejarlo. Y no hablemos de viajar como pasajero, sofoca nada más que pensarlo.

Sin embargo, este automóvil hundido, como si un puño descomunal lo hubiese abatido o un gigante le diera un pisotón, funciona perfectamente y nadie puede dudar que es manejable. No sabemos la estatura del conductor ni la de sus posibles pasajeros, pero… bueno. No luce muy confortable que digamos. Raro sí es.

El segundo es un aviador frustrado quien, al no poder resolver la licencia de piloto, se ha fabricado su propia aeronave para ir y venir al trabajo. Y si bien es cierto que no puede volar por los cielos, al menos rueda por carreteras y autopistas. Para ello, adaptó su auto-avión al tráfico vial con luces de cruce, retrovisores y alas bien cortas.

El auto-avión tiene motor trasero (no de ”propulsión a chorro“, como lo llevaría un F-86 ¿se parece?), sino de combustión interna, con todos sus atributos, incluidas las aletas de enfriamiento a ambos lados del fuselaje. Y si no corre mucho es que los aviones solo toman velocidades altas para despegar y éste, solo ”carretea“.

Finalizo con lo que parece obra de una fuerte unión matrimonial. Erase una vez dos jóvenes novios amantes de los automóviles. Él, chofer profesional de un ”fast delivery“ (entrega inmediata), en un minibús negro  de vidrios opacos, marca Mazda, hacía funciones de ”corre ve y dile“ en toda la ciudad.

Ella, toda una dama, conducía también un Mazda, pero coupé, de color  rojo. Ambos amantes de los buenos automóviles de mecánica japonesa, la velocidad sobre ruedas, el deporte, la modernidad y el amor a lo ”fuera de serie“, decidieron unir sus destinos y sus gustos. Entonces se casaron y son muy felices porque construyeron este artilugio, mitad auto mitad minibús, y, por supuesto, de la marca nipona Mazda. ¿Qué les parece?

No puedo asegurar que éstas sean las historias reales de tales vehículos, pero muy bien pudieron haber sido. Disfrútelas con sus fotos. Y no se trague sus comentarios ni opiniones, mándelos. Serán bienvenidos.
 

Créditos
Willy Hierro Allen