EL VIAJE FINAL

Creado: Mié, 08/01/2020 - 14:32
Créditos
Amparo Lopez Rego
El viaje final

La manera de despedir a nuestros seres queridos ha evolucionado con la sociedad. El viaje final también se ha ido adecuando a los avances del transporte.

Entre las tradiciones que culturas y circunstancias han impuesto a través de los siglos, son muchos los que aún consideran que la de enterrar a nuestros muertos representa la forma más segura y honrosa para su descanso, además de permitirle a los que se quedan, contar con un sitio tangible donde alimentar recuerdos y emociones.

La manera de trasladar a nuestros seres amados a su último lugar de reposo ha cambiado notablemente con el paso de los años. En una época solo era cuestión de cargar en hombros el cuerpo, cuidadosamente envuelto, y llevarlo hasta la tumba, de ahí que los sitios de enterramiento no estuviesen distantes de hogares y templos religiosos.

El viaje final
De aquellos primeros autos motorizados del siglo XX.

Desde esos distantes tiempos proliferaron iglesias y cementerios, los trayectos para las procesiones fúnebres se alargaron y hubo que acomodarse a cualquier tipo de transportación disponible.

Con la invención de la rueda y el uso de caballos, aparecieron carretillas y carruajes para el traslado del cuerpo; particularmente con el movimiento de la población hacia y fuera de zonas rurales, los enterramientos definieron también la necesidad de caminos para poder llevar al fallecido desde o hacia la ciudad.

La aparición del ferrocarril permitió que los trenes no solo se encargaran de transportar a los vivos, sino también a los que ya no lo estaban. Se acuñó entonces el término de tren fúnebre, un tren que es contratado para trasladar los restos del o los difuntos hasta su destino final.

En la actualidad, generalmente los trenes fúnebres se reservan para líderes, personalidades, héroes, funcionarios del gobierno… en lo que se titula un Funeral de Estado. En el Reino Unido todos los monarcas, desde la reina Victoria, han sido transportados en trenes funerarios durante sus exequias.

El viaje final
Carroza Estufa, en el Museo de Coches Fúnebres de Barcelona, España. En 1929, alquilar una carroza así costaba la suma de 250 pesetas, precio nada modesto para la época.

La era moderna abrió sus puertas al transporte fúnebre a inicios del siglo XX con el primer auto motorizado alimentado por electricidad. Poco tiempo después comenzó el uso de la gasolina. El mundo evolucionaba a pasos agigantados y el transporte funerario tuvo que hacerlo de igual forma para adaptarse a las necesidades de una sociedad siempre más demandante.

Hubo y hay autos fúnebres de todas formas y estilos, y desde aquellos tirados por caballos, pueden mostrar la simpleza más cruda hasta una sorpresiva suntuosidad en su decoración.

El auto fúnebre motorizado del siglo XX mostró cambios notables en su diseño, el que después de la Segunda Guerra Mundial se volvió más sobrio y elegante.

Fueron populares entre los años 50 y 70 los llamados autos combinados, que podían servir como ambulancia o auto fúnebre, así que según el caso, se equipaban con una camilla o un ataúd; estos se descontinuaron a finales de la década del 70, por razones de salubridad.

El viaje final
En 1865 el cuerpo del president Abraham Lincoln fue llevado en tren desde Washington D.C. hasta Springfield, en Illinois.

Hoy en día, en casi todos los países del llamado Primer Mundo, el auto fúnebre resulta ser un vehículo lujoso. Las empresas funerarias actualizan su flota y venden sus autos viejos --los que en ocasiones son adquiridos por coleccionistas privados—dando paso a los nuevos, dotados cada vez más con prestaciones de avanzada.

Y si escucha que adquirir un auto nuevo fúnebre puede costar unos 80 mil dólares (a veces más) no se asombre. De aquellos tiempos en que sus recursos se resumían a una parihuela y otros elementos básicos para el traslado del fallecido, ahora el aire acondicionado y el sistema antibloqueo de frenos son de las más simples bondades que el vehículo reserva a sus clientes. Y yo me pregunto…

Los grandes fabricantes automotores no han quedado al margen en esta producción. En los EE.UU. los autos fúnebres pueden alcanzar la opulencia que se espera ver en un auto hecho a mano por Cadillac y Lincoln.  En Inglaterra, marcas como Jaguar y Rolls-Royce realzan el transporte funerario, mientras que en Japón lo hacen Nissan y Toyota.

El viaje final
La película Cazafantasmas mostró el Cadillac Miller-Meteor Ambulance de 1959, que también funcionó como coche fúnebre. Hay quienes afirman que ese combo es posiblemente el mejor coche fúnebre que jamás haya existido. Foto: Jonathan Stonehouse - Weston Park Transport Show 2015, CC BY 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=45440169

Hay diferencias sustanciales entre países (y bolsillos) que determinan el estilo de la despedida, y por ello, el panorama del transporte funerario en el mundo reúne de lo viejo y de lo más novedoso y sorprendente en la materia, tan sorprendente que ya se han realizado funerales espaciales, el primero de carácter privado, el 21 de abril de 1997(1).

Por supuesto que este nada tradicional entierro resulta una labor tremendamente compleja y costosa debido a las dificultades técnicas que implica enviar un cohete con las cenizas del o los occisos; sin embargo, muchos aseguran que la era del lanzamiento de los difuntos al espacio se avecina.

De llegar, Carl Sagan (1) estaría más que satisfecho, a fin de cuentas siempre afirmó que “solo somos polvo de estrellas”.

El viaje final
Motocicleta con vagón fúnebre lateral.

Notas.

En portada: Auto fúnebre Maserati Ghibli.

(1) El 21 de abril de 1997 un avión despegó de Islas Canarias y voló a 11 km de altitud sobre el Océano Atlántico. Iba cargado con un cohete Pegasus adaptado para el evento, que fue lanzado al espacio conteniendo cenizas de 24 personas. 

(2) Carl Sagan (9 de noviembre de 1934 al 20 de diciembre de 1996) fue un excepcional científico, astrónomo, cosmólogo, escritor y comunicador, entre otros. Su serie televisiva Cosmos ha sido transmitida en unos 60 países, Cuba entre ellos.

Créditos
Amparo Lopez Rego

Sobre el autor

Licenciada en Historia y Ciencias Sociales. Fue redactora-editora de la Revista Transportes, y editora ejecutiva de la Revista Sendas.