Es curioso cómo a veces llegan los recuerdos. Buscaba un protagonista para la columna de esta semana y, al tropezar con la jugosa historia del Fiat Multipla, recordé de pronto cómo mi abuela le llamaba “la Cucarachita”. Es algo que ha estado ahí, latente por décadas, y que salta con estas letras que junto a toda prisa, para cumplir con el plazo de entrega.