Con el apoyo de Juanky´s Pan, el club Moto Eléctrica Cuba (MEC) regresó al Quibú en el municipio capitalino de Playa para otra jornada de recogida de basura en la desembocadura del río.
Los ecomotoristas de MEC llegaron ofreciendo sus manos y Juanky´s Pan, meriendas para reponer energías. Entre ambos colaboraron para garantizar, además, algunas bolsas para los desechos. Juankys Pan igual trajo el agua clorada para la desinfección necesaria. Todos llegan con nasobucos puestos porque la nueva normalidad lo requiere y muchos llevan guantes, botas, rastrillos y sacos para la misión de una mañana de domingo.
Varios de los motoristas fueron acompañados por alguien más de su familia. Llegan y se juntan 40 motos eléctricas. Coinciden una vez más los amigos. Todos, muy dispuestos.
No es la primera vez que MEC se ocupa de la recogida de desechos sólidos en el río Quibú. Hace un año ya, entre las primeras acciones del club, habían venido a limpiar parte de la zona.
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Juanky´s Pan, con uno de sus establecimientos muy cercano al lugar, también había conseguido incluso traer maquinaria pesada para sanear, pero la basura en toda la desembocadura cada vez se acumula más. Tanto motoristas como empleados de Juankys Pan, que antes habían estado allí, lo aseguran. Quienes llegan por primera vez quedan alarmados de lo que ven.
Pero en esta ocasión no solo los ojos quedaron asombrados de tanto descuido, los oídos se abrumaron del ruido que cercano a la orilla producen los pies al caminar encima de pomos y latas que se empalmaban al suelo debajo de la hierba.
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Yuley Martínez vino en su scooter, que recién había sumado al club MEC desde las jornadas de entrega de alimentos del Sistema de Atención a la Familia en La Habana en medio de la cuarentena. “Soy del reparto Buenavista, aquí en el municipio Playa, y realmente no tenía idea de que la desembocadura del Quibú estuviera así, convertido en un enorme basurero”.
Adrián Aguillón había pasado en su scooter el puente de 5ta avenida encima del Quibú, pero no imaginaba que la orilla de la desembocadura fuera una planicie de basura que le va restando espacio al mar… Lo descubrió junto a su hijo, Daniel, de 10 años. Ambos estaban espantados de lo que veían, de lo que sentían.
“No sé cómo las personas pueden ser tan irresponsables. Este lugar despojado de basura podría ser incluso un lugar de esparcimiento tanto para disfrutar de la playa, como para pescar”, manifiesta el padre.
Su hijo tampoco comprende cómo es que hay tanta basura reunida. En las clases de “El mundo en que vivimos”, en la escuela, le han explicado de la importancia de cuidar el medio ambiente, de no contaminarlo. Experimentar con sus ojos daños reales lo dejaron muy impresionado. Y se dispuso junto a los motoristas a recoger todo lo que encuentra.
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Hasta que se agotaron las bolsas y sacos para recoger basura no se detuvieron quitando las impurezas al Quibú. LLenaron un contenedor Ampirolallí dispuesto con la anuencia del Consejo de la Administración Municipal y de los servicios comunales del territorio.
Hubo muchos neumáticos entre los escombros reunidos. Quedarían muchísimos contenedores más por llenar para despojar la zona de lo que no le corresponde.
“Para intervenir aquí es necesario más colaboración de otras personas e instituciones, de la comunidad. Haría falta maquinaria pesada. Nosotros solo contamos con nuestro entusiasmo. Pero así volveremos en otras ocasiones”, asegura Osdanys Fleites, presidente del club MEC.
