
Recientemente se ha disputado en el viejo circuito británico de Thruxton una carrera que muy probablemente esté adelantada a su tiempo y que, quién sabe, si puede ser la antesala de las carreras de un futuro no muy a largo plazo.
Así pues, se enfrentaron sobre el vetusto trazado y bajo unas condiciones muy especiales, dos vehículos nada habituales de ver hasta ahora en un circuito. Por un lado, el deportivo Citroën Survolt y, por otro, la Agni Z2, una moto de alta competición, cuyos comunes denominadores son: dos féminas como conductoras y sus motores 100% eléctricos.
Enfrentados en un peculiar reto, ambos vehículos se vieron las caras en dos mangas, de un máximo de 200 kilómetros cada una (los que en teoría tiene de autonomía el Citroën) y caracterizadas por el silencio casi sepulcral emitido por sus motores movidos por baterías, tan ajenos al estruendo habitual de los coches (y las motos) de carreras.
El Citroën Survolt tiene una carrocería de fibra de carbono indeformable sobre un chasis tubular con extractor inferior de dos planos, con dos poderosos propulsores eléctricos que suman una potencia combinada de 300 CV. El Survolt es capaz de alcanzar una velocidad máxima de 260 km/h con una aceleración 0-100 km/h en menos de cinco segundos.
La Agni Z2, por su parte, es una moto deportiva fabricada por la empresa tecnológica hindú del mismo nombre, consistente en una Suzuki GSXR equipada con dos motores Agni Z2 alimentados por 80 paquetes de baterías de polímero de litio para un peso total de 220 kg, que proporcionan 65 CV completamente eléctricos. Esta superbike es capaz de acelerar de 0 a 100 en apenas 3,5 segundos y alcanza una velocidad punta superior a los 220 km/h.
Pero volviendo a la carrera, estos dos peculiares contendientes fueron conducidos por dos auténticas figuras de sus respectivas categorías. Con la belga Vanina Ickx (hija del mítico Jackie Ickx) al volante del Citroën y la varias veces ganadora de Superbikes en la Isla de Man, la británica Jenny Tinmouth, a los mandos de la Agni Z2. La prueba se disputó a tope y sin concesiones.
La primera manga la ganó la moto, porque hacía tanto calor que Vanina Ickx tuvo que poner el aire acondicionado de su coche y se quedó sin autonomía. Como dijimos antes, cada manga era de 200 kilómetros, pero la piloto belga se tuvo que retirar, tras completar los primeros 150 kilómetros al quedarse el coche sin batería. Sin embargo, en la segunda manga fue el coche quien resultó victorioso porque fueron en este caso las baterías de la moto las que se quedaron sin suficiente refrigeración y se agotaron.
El resultado final ha sido lo de menos, lo más importante ha sido, que por vez primera, unos vehículos aparentemente destinados al uso urbano y sin ningún carácter deportivo, como lo son los vehículos eléctricos, han sido capaces de dar un salto cualitativo fundamental y acceder por vez primera a la alta competición, un coto reservado casi en exclusiva a los motores de explosión. ¿Será pues esta la primera piedra de la Fórmula 1 o de MotoGP del futuro? El tiempo lo dirá… Los dejamos ahora con el video de la justa: