
Un revulsivo por definición, el Ro 80 traía pura adrenalina desde su concepción. Siendo el primer auto en serie con motor Wankel era vibrante, seguro y atractivo. Obtuvo varios reconocimientos, entre ellos el de Coche del Año 1968, de la prensa especializada. Veamos por qué.
Lo más notable del Ro 80 fue su diseño. Concebido por Claus Luthe –jefe de diseño de NSU– causó impacto inmediato. Se le consideró avanzado a su época y, desde entonces, ha sido parte de muchas exposiciones de las galerías de diseño industrial moderno. Su gran superficie acristalada presagió diseños de 1970, en los que influyó definitivamente. La aerodinámica complementaba la estética con un rotundo coeficiente aerodinámico de 0.35, muy bueno para la época.
Tampoco desmerecía la mecánica del auto, siendo lo más notable su tren de potencia, liderado por un motor Wankel de 995 cc, de doble rotor, produciendo 115 CV dirigidos a las ruedas delanteras, mediante una transmisión semiautomática que empleaba un innovador sistema de vacío. Todo esto permitió una velocidad máxima de 180 km/h.
Pero no todo fueron bondades. Desafortunadamente, la fiabilidad fue un agujero negro para el NSU. El singular motor Wankel tuvo defectos de fabricación, entre muchos otros problemas, y en las primeras unidades no rebasó los 50.000 km, siendo necesaria una reparación total. Lo peor era que los primeros problemas aparecían apenas a los 24 000 km –en profesiones de uso intenso a esa cota se puede llegar en apenas dos meses– lo cual estigmatizó al Ro 80.
El defecto estaba en que los segmentos de vértice de rotor se fabricaron con tres piezas hechas del mismo material; esto hizo que la parte central tuviese un mayor desgaste, en los arranques en frío, que las piezas de los extremos, con lo que los segmentos de vértice podían amontonarse, permitiendo el paso de la mezcla en ignición a la cámara previa adyacente. Esto se solucionó momentáneamente con un cambio en el diseño del segmento de vértice y se resolvió por completo a partir de 1970, empleando la aleación ferrotic –carburo de titanio– en la pieza central del segmento de vértice.
Otro aspecto negativo era la frecuencia con que era necesaria la limpieza de las bujías, cuando el auto tenía un ciclo urbano, lo cual era –por supuesto– la mayor de las veces.
Para mayor martirio, el consumo de combustible era alto: de 11.9 L/100 km de promedio, pero superior a 20 L/100 km, en algunas circunstancias. A partir del modelo de 1970, la mayoría de estos problemas de fiabilidad se resolvieron, pero su mala reputación dañó la situación financiera de la NSU, irreparablemente.