Con el nuevo año el clima mejora y podemos comenzar el proceso de pintura del FIAT 125 1974. Hay detalles increíbles y soluciones llenas de imaginación de los mecánicos cubanos.
Resulta fascinante comprobar cómo es posible restablecer la capacidad de trabajo de los agregados mecánicos tras décadas de explotación y con recursos limitados. Pero esto se aplica por igual a la terminación del trabajo e incluye la pintura del auto. Aquí, no se contratan los servicios de talleres especializados, con sofisticadas instalaciones. Lo hacemos de forma casi artesanal y pocos recursos, con la experiencia y habilidad resolviendo cada detalle.
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Primero, lo primero
Lo más importante para pintar un auto —sobre todo con décadas de uso— es “prepararlo” bien. Por esto se entiende encontrar y corregir cualquier defecto que pueda tener la superficie de la carrocería. Con tantos años de vida y luego de varias reparaciones la carrocería tendrá, inevitablemente, “cicatrices de guerra” y hacerlas desaparecer es el primer paso para un resultado satisfactorio
Para ello, el metal se desbasta hasta dejarlo limpio por completo de cualquier capa de pintura anterior incluida “la de fábrica”. Esto se hace con la ayuda de una pulidora, pero, en muchos lugares, habrá que hacerlo a mano. En este caso, todo el proceso se hace justo frente a casa de Manuel, el propietario, a plena intemperie.
Es un trabajo que debe hacerse con cuidado, pues la propia pulidora puede crear desniveles que luego serán apreciables. Por tanto, aquí la habilidad y la experiencia son fundamentales. Luego se cubren las abolladuras o desniveles que aparezcan, lo cual se hace, casi siempre, con resinas que hoy día son maravillosas, fáciles de aplicar y de rápido secado. Sucede que no siempre están disponibles y aún puede ser necesario “hacer nuestra masilla” a partir de una mezcla de pintura sintética y talco industrial. Si fuere el caso –que por suerte no es el nuestro- esto hará más difícil su aplicación y alargará exponencialmente el proceso, por su demora en secar.
Pero a lo nuestro
Como dijimos, Manuel cuenta con las resinas apropiadas y se cubren los “baches” que aparecieron, se lija y se aplica un primer aparejo con antioxidante. Luego, se aplica una pintura base de color similar a la que dará terminación y se procederá una vez a pulir toda la superficie, esta vez completamente a mano.
¡A pintar!
Hasta aquí nos ha podido tomar una buena semana de trabajo y todo se hace a cielo abierto, como apreciamos en las fotos o, mejor aún, en el video que acompaña estas letras.
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Ahora, estamos listos para ir a la “capilla de pintura” que no es más que un lugar cerrado –no hermético, ni con filtros de aire, ni iluminación idónea- donde se protege el vehículo de los elementos mientras se aplica la pintura final. Con un compresor doméstico o incluso criollos –he visto compresores de camiones u ómnibus acoplados a un motor eléctrico de corriente alterna en esta función- en un sistema sin filtros decantadores, o de impurezas. El pintor confiará en su “buena mano” para hacer un trabajo cuyo resultado apreciamos en las fotos. Deberá estar atento a cualquier gota de agua que pueda escapar de su pistola o algún exceso de pintura que “chorreé” por un fallo de su pulso. Si sucede, resolverlo es un arte, que a veces hacen con un pincel, una esponja o … ¡volviendo a empezar!
