El Holandés Errante (Parte 1)

Creado: Mié, 04/09/2019 - 15:09
Créditos
Amparo López Rego
El Holandés Errante (Parte 1)

El temor a avistar a El Holandés Errante, el mítico barco fantasma, acompañó por cientos de años a marinos y pasajeros, pues era presagio de infortunios.

La leyenda de El Holandés Errante (Flying Dutchman en inglés) comenzó a difundirse entre los marinos allá por la segunda mitad del siglo XVII, quienes aseguraban que simplemente vislumbrar la fatídica embarcación desataba una cadena de desastres en su mayoría mortales.

Los orígenes de la tenebrosa historia se remontan a la época dorada de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales (VOC) cuando el Capitán Hendrick Van der Decken, allá por el 1641, levó anclas en Ámsterdam rumbo a la India.

El temor a avistar a El Holandés Errante, el mítico barco fantasma, acompañó por cientos de años a marinos y pasajeros, pues era presagio de infortunios.

Después de cargar su navío con especias, sedas y tintes que serían vendidos a su vuelta a Holanda, concluir algunas reparaciones a su embarcación y habiéndose avituallado para la larga travesía, Van der Decken emprendió el regreso y puso proa hacia el Cabo de Buena Esperanza, en el sur del continente africano.

La ruta era muy conocida para navegar entre Europa y Asia, y no existían recuentos de trágicas experiencias en ella hasta que, en aquel infortunado día, al comenzar la nave a bordear el ya mencionado cabo, sin previo anuncio estalló una tormenta.

Cuentan que hasta los más intrépidos miembros de la tripulación temblaron frente a la intensidad del temporal mientras rogaban a su capitán que diera la vuelta y se alejara del —sin duda alguna— nefasto sino que los esperaba; buscando resguardo en puerto, sin embargo, este hizo caso omiso a las súplicas de sus angustiados hombres.

Van der Decken se empecinó en enfrentar a la madre naturaleza y ordenó avanzar hacia el vendaval mientras juraba que no retrocedería hasta doblar el Cabo de Buena Esperanza, aunque eso le tomase el resto de su vida.

El temor a avistar a El Holandés Errante, el mítico barco fantasma, acompañó por cientos de años a marinos y pasajeros, pues era presagio de infortunios.

Y eso fue todo. El barco con toda su tripulación se hundió en el fondo del Océano y así surgió la historia y la maldición de El Holandés Errante, el fantasmal navío habitado por Van der Decken y sus etéreos marineros atormentados y condenados a vagar por los mares, sin nunca tocar tierra.

¿Quién narró lo acontecido si no hubo sobrevivientes? ¿Tal vez uno consiguió llegar a la costa? Ficción o no, el suceso comenzó a propagarse durante años, narrado en tabernas atestadas, pasado de padres a hijos. Ya para 1790 y 1795 algunos escritos literarios recogían la existencia de un barco fantasma que aparecía durante las tempestades.

Como se dice: “el que cuenta un cuento, aumenta un ciento”, así que existen otras interpretaciones sobre la legenda en cuestión. Hasta para algunos, el término Flying Dutchman se refiere al capitán y no al barco.

Otra versión del relato nombra al Capitán Bernard Fokke, el que navegaba para la Compañía Holandesa de las Indias Orientales y de quien se dice era capaz de hacer la travesía entre Ámsterdam e Indonesia en solo tres meses, velocidad tan sorprendente que muchos apostaban que el citado capitán había vendido su alma al diablo.

Pero si bien la imagen del vagabundo navío aterró por siglos, no es menos cierto que despertó la inspiración de muchos. La música, la literatura, la pintura, el cine…el espíritu del maldito capitán también navega en ellos.

Van der Decken y sus hombres con su aciago destino cobraron vida en la ópera El Holandés Errante, escrita por Richard Wagner en 1843, obra con la que la leyenda y el maleficio se popularizaron. Wagner aportó el toque romántico a la historia al permitirle a su Van der Decken un descanso cada 100 años, para que buscase una mujer que deseara compartir con él su maldición.

Tanta ha sido su influencia creadora que la artista visual holandesa Joyce Overheul bautizó con el nombre de El Holandés Errante a su serie de diseños para tejido a crochet pues afirma que estos vagan por el mundo al estilo del fantasmagórico capitán y su barco.

El escritor Sir Walter Scott (¿disfrutaron tanto como yo de su “Ivanhoe”?) fue el primero en referirse a El Holandés… como una nave pirata, al relatar que “…originalmente fue un barco cargado con grandes riquezas, pero a bordo se cometió un horrendo acto de asesinato y piratería (…) su aparición es considerada por los marinos como el peor de todos los posibles augurios …”.

Hoy la leyenda se ha agazapado en el recuerdo y junto con ella los temores que eran parte de la tradición náutica, sin embargo, todavía en los siglos XIX y XX existieron registros de haber sido divisado el errante navío. Pero eso es tema para una próxima edición. Hasta entonces y feliz travesía.

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Amparo López Rego