El Holandés Errante (Parte II)

Creado: Mié, 11/09/2019 - 14:28
Créditos
Amparo López Rego
El Holandés Errante (Parte II)

Han sido numerosos los avistamientos de El Holandés Errante, envuelto en una luz fantasmal. Los científicos responden a esto con un nombre: Fata Morgana.

Si bien son varias las historias sobre el origen del mito de El Holandés Errante, lo cierto es que existió, en la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, un capitán que se extravió durante una travesía sin que existan más detalles al respecto.
Se llamó Hendrick Van der Decken y en aquel entonces concluyeron que su barco, con él y su tripulación a bordo, se había hundido en algún punto entre un puerto holandés y el Cabo de Buena Esperanza, en 1641. Y la leyenda comenzó.

“¡Escúchame, El Holandés Errante no es una mentira!”

El Holandés Errante

Numerosos marineros de alta mar han contado haber visto a la ilusoria embarcación desplazarse a toda velocidad frente a ellos, esfumándose antes de que ambos navíos chocaran.

En 1835 un navío de la armada británica casi colisiona con un viejo velero. En el último instante, cuando el timonel giró el barco para evitar el contacto, la nave, que “volaba” exhibiendo los colores holandeses, simplemente desapareció. El incidente fue publicado en los periódicos y dicen que leer esta noticia inspiró a Richard Wagner a escribir su ópera sobre la leyenda.

Un testimonio de 1900 relata cómo la fantasmal visión apareció en medio de una tormenta, a plena luz del día, mostrándose por unos minutos antes de desvanecerse.

A lo largo del tiempo, vigías del faro de Cape Point, en el sureste africano, aseguran que divisaron a El Holandés… surgir de la niebla para casi de inmediato perderse en ella. En 1939, residentes de Ciudad del Cabo, también en Sudáfrica, contaron verlo navegar a toda vela antes de desaparecer súbitamente.

El Holandés Errante miniatura

En 1942, cuando la Segunda Guerra Mundial, tripulantes de un submarino alemán reportaron ver al barco fantasma atravesar a toda carga el Canal de la Mancha.

Nicholas Monsarrat, escritor británico, quien sirvió en la Marina Real durante el mismo conflicto bélico, declaró ser testigo de algo similar.

Uno de los recuentos más difundido sobre el encuentro con el navío fue el de Jorge V, rey del Reino Unido de Gran Bretaña durante los turbulentos tiempos de la Primera Guerra Mundial.

El 11 de julio de 1881, Jorge era entonces príncipe y navegaba en el HSM Bacchante (1) cerca de Australia junto a su hermano mayor, el príncipe Alberto. Sus notas personales sobre el viaje fueron publicadas y aunque no se sabe con exactitud a la pluma de qué príncipe pertenece lo escrito, sí quedó recogido lo siguiente:

“11 de julio. A las 4 de la madrugada El Holandés Errante cruzó nuestra proa. A 200 metros de distancia, en medio de una extraña luz roja como la de un barco fantasma, brillaban los mástiles, perchas y velas de un bergantín.

“El vigilante del castillo de proa informó que la luz estaba cerca de la proa de babor, donde también el oficial de guardia en el puente y el guardiamarina de cubierta la vieron claramente; este último fue enviado de inmediato al castillo de proa pero al llegar no había ningún vestigio ni señal material de barco alguno que se pudiera ver ni de cerca ni hacia el horizonte, asegurando que la noche estaba despejada y el mar en calma”.

Las notas agregan que “...horas después, uno de los marineros, el que primero divisó la infausta imagen, cayó hacia la muerte desde el mástil de babor”.

El Holandés Errante dentro de una botella

La ciencia responde

Existe una posible explicación científica para estos avistamientos y es la que se conoce como Fata Morgana, un fenómeno que ocurre cuando la luz se refracta y se dobla a través de las diferentes temperaturas del aire.

El nombre proviene de la leyenda del Rey Arturo, aludiendo a la hechicera Morgan le Fay, quien utilizaba estas visiones para atraer a los marineros.

Es decir, Fata Morgana es un tipo de espejismo asociado por lo general con el mar abierto pero que también puede suceder en tierra, a lo largo de una carretera de asfalto caliente o en áreas desérticas, por ejemplo, en las que a medida que las olas de calor se elevan desde la superficie, se crean formas en la distancia debido a los juegos de la luz.

Este tipo de espejismo es responsable de todo tipo de apariciones inusuales, desde montañas en pleno océano hasta barcos que parecen volar.

Según los entendidos, el Fata Morgana afectó la mente de quienes aseguraron ver a El Holandés Errante, al provocar la sensación de presenciar una forma espectral.

Y si bien la historia recoge casos de marineros que enloquecieron o fallecieron debido, supuestamente, a estas apariciones, la ciencia proclama que solo fue pura coincidencia. Tal vez la mala suerte, tal vez miedo y desesperación al no poder explicar lo ocurrido y saberse condenado.

Otros, en cambio, afirman que hay cosas en este mundo para las que los humanos no tenemos respuesta.

De cualquier manera, El Holandés Errante no es el único barco que vaga coloreando (¿u oscureciendo?) la imaginación de los que surcan los mares, y es que tras todas estas leyendas descansa ese deseo insaciable que todo marino conoce: enfrentarse al mar y dominarlo.

Por lo pronto, si las circunstancias lo llevan al Río Neva, en San Petersburgo, Rusia, allí lo espera el legendario bajel en la forma de un restaurante. Y no tema (a pesar de que, en las aguas de este río, en 1916 fue ahogado el famoso “monje loco” Rasputín), no está maldito.

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Amparo López Rego