La estirpe Inglesa abraza al Caribe

Creado: Lun, 26/10/2009 - 16:43
Créditos
Jorge Esténger Wong

Hace muy poco relatamos en esta misma sección la historia de Marcel Garriges, un emprendedor francés atrapado por la singularidad de nuestra Isla y por la pasión a los autos de época. Contábamos entonces de cómo había restaurado un Buick del año 1938 que lo había flechado desde las condiciones paupérrimas de su abandono y el cual, con paciencia y dedicación, había restaurado hasta convertirlo en una belleza digna de admiración.

Pero cuando uno lleva años en la profesión atesora recuerdos que le sorprenden, a pesar de los velos del tiempo, cuando un catalizador los hace salir de su tranquilo reposo. Este es el caso del Buick de Marcel y el Daimler que hoy ocupa nuestra sección.

La pasión de los cubanos por los autos de época no es algo nuevo, ni de pura moda. Se remonta a varias décadas atrás. Por ello no ha sido Marcel el primero en sucumbir a nuestra peculiar veneración por las máquinas de antaño.

Recuerdo ahora un trabajo escrito hace casi veinte años cuando, durante los años ochenta, se hizo notorio en La Habana la presencia de un Daimler DW ATL, limusina, de 1980. Este lujoso automóvil resaltaba entre la circulación diaria de la ciudad (compuesta entonces de los autos norteamericanos de los cincuenta y los Lada soviéticos) y era el automóvil oficial del Embajador de S.M. Británica en nuestro país, Sr. Andrew E. Palmer.

La sensibilidad del Sr. Palmer por el automóvil y la gestión de la Oficina del Historiador de la Ciudad de la Habana hicieron posible que, al término de su misión en Cuba, el automóvil pasara a formar parte de la Sala de Transportes del Museo de la Ciudad. Era solo cuestión de tiempo que este vehículo se convirtiera en un valioso ejemplar: su condición de auto de lujo; el ser una marca importante en la época; la historia propia del vehículo y lo poco común en nuestro país de los autos Daimler así lo indicaban. Por ejemplo, un detalle único: La columna de dirección y el volante se situaron a la izquierda, contrario a la circulación inglesa, para ser empleado con toda comodidad en nuestro país. Haberse desprendido de un automóvil de esta clase, y acondicionado de tal manera, es una muestra de cuánto llegó a identificarse con nuestro país el Sr. Palmer.

Por otro lado no deben existir muchos (si existiera alguno) de ellos con esta característica en todo el mundo. Hoy, luego de 28 años, es una verdadera joya que se mantiene en exhibición, siendo el único existente en Cuba. Se le puede disfrutar, junto a otros extraordinarios ejemplares, en la referida Sala de Transportes del Museo de la Ciudad, ubicada en el Centro Histórico de La Habana –Patrimonio de la Humanidad-en un entorno ideal que realza el encanto y la magia de los Autos de Época.

Créditos
Jorge Esténger Wong