La breve vida infeliz del auto DeSoto

Creado: Lun, 26/10/2009 - 16:32
Créditos
Jorge Esténger Wong

Hasta el año de 1961 existió en Norteamérica la marca automotriz DeSoto, perteneciente a Chrysler Corporation. Nunca fue un auto extraordinario y su logro más relevante fue su propia subsistencia, pues desde su nacimiento ya resultaba innecesaria para su Compañía. Esto no quita para que, como muchas cosas nuevas, resultara todo un éxito de ventas durante sus primeros años de vida.

En su debut el DeSoto fue un fenómeno. En sus primeros 12 meses se vendieron un total de 81 065 unidades, un nuevo record en ventas de un auto nuevo en su primer año. Superó así el registro logrado por las marcas Graham-Paige (1928), Pontiac (1926) y Chrysler (1924). Este nuevo record duraría, irónicamente, lo mismo que la vida del DeSoto cuando en 1961 el nuevo Ford Falcon logra superarlo.

Pero en 1928, al tiempo de su lanzamiento, el hueco que existía en la gama de Chrysler Corp. entre sus marcas Plymouth y Chrysler había sido cubierto por la reciente compra de Dodge. Se puede creer que Chrysler Corp. intimidó con el proyecto DeSoto a los banqueros que controlaban a Dodge para que estos la vendieran. Sin embargo, mientras esto se concretaba y se firmaban los papeles, el DeSoto ya estaba en la línea de producción y ello representaba, sin dudas, mayores inversiones. Es más sensato asumir que este fue otro ejemplo de mala administración en Chrysler, algo que es antológico.

El DeSoto era un auto agradable, aunque de ninguna manera extraordinario. Su motor de seis cilindros, 2.86 litros y cabeza en L desarrollaba una potencia de 55 HP. Esto era suficiente para un placentero, rápido y vigoroso desempeño. Contaba con frenos hidráulicos Lockhead, amortiguadores Lovejoy, dirección Hotchkiss y el mismo delicado diseño del radiador Chrysler. Todo a un precio de 845 dólares. El nombre del auto proviene, seguramente, del explorador español Hernando DeSoto quien, tal vez, encontró menos dificultades en descubrir el Mississippi en 1541 que el auto con su nombre en sobrevivir sus apenas treinta años de vida.

Créditos
Jorge Esténger Wong