
Muchos conocidos se acercan para conocer detalles y conceptos del mundo clásico automotor. Uno de los aspectos más carismáticos en la historia del automóvil lo representa, sin dudas, la Era de los Muscle Car. Quiero hoy reunir aquí algunos criterios que pueden ayudar a entender ese importante momento del automóvil.
La llegada de los años sesenta trajo una ráfaga de aire fresco sobre el mundo, época de cambios desde lo político y social hasta la moda de vestirse. En el automóvil todo ello alcanzó una expresión en el vehículo que luego se conocería como Muscle Car. Fue un fenómeno norteamericano cuyo concepto fue creciendo por sí solo, sobre la semilla de ofrecer un motor muy potente en una carrocería lo más ligera posible.
Ya en 1953 algunos modelos de Studebaker emplearon esa fórmula, pero sería el Ford Mustang el vehículo que provocaría la fiebre que conquistaría a toda América, y a buena parte del mundo. Fue éste, sin dudas, un momento bien aprovechado por Detroit, enfrascado por aquel entonces en una lucha para detener la invasión de vehículos europeos de pequeña cilindrada, excelente durabilidad y bajos precios.
Con un sistema de autopistas en pleno crecimiento, gasolina barata, y todo el poder económico derivado de la Segunda Guerra Mundial a su disposición, las compañías americanas ofrecieron autos de enormes motores V8 de hasta seis litros de desplazamiento, 500 CV de potencia, y un carácter deportivo y agresivo, los cuales era factible personalizar casi al detalle, gracias a la interminable lista de opciones que se ofrecían.
Todo esto con precios perfectamente asequibles. Esta fórmula era infalible y apelaba, como recurso final, al espíritu de libertad individual de una época en plena efervescencia. En su momento, todas las marcas norteamericanas tenían al menos un modelo ”Muscle Car“ en su línea, y algunas más.
Eran autos algo más avanzados que el resto de la gama, y sobre todo más rápidos, con una suspensión superior para tratar de domesticar las descomunales potencias, en una época que los EDS; ABS y comparsa actuales no eran ni ciencia ficción. Su objetivo, en muchos casos, era lograr el mejor tiempo posible en el 0 a 100 mph (160 km/h), y la frase ”a ten seconds car“ quedaría estampada en las carreras callejeras y semi-clandestinas que alcanzaron su madurez en ese entonces y que muchos cubanos bautizamos ”tubazos“.
Sin dudas, se lograron excelentes autos cuya influencia nos alcanza hoy, cuando muchas marcas presentan nuevas versiones de sus modelos de antaño, con plena vigencia. Es el caso de la triada norteamericana compuesta por el Ford Mustang, Chevrolet Camaro y el Dodge Charger.
Desafortunadamente la Clean Air Act de 1970 comenzó a acorralar a estas verdaderas bestias y para 1973 la Crisis de Precios del Petróleo decretó su extinción.