EL ÚLTIMO VUELO DE AMELIA EARHART (I)

Creado: Jue, 05/12/2019 - 10:11
Créditos
Amparo López Rego
EL ÚLTIMO VUELO DE AMELIA EARHART

Quiso dar la vuelta al mundo pilotando su bimotor Lookheed Electra; después de recorrer el tramo más difícil y peligroso de su último vuelo, Amelia Earthart desapareció.

Las hazañas de Amelia Earhart fueron noticia de primera plana en todo el mundo. Estas comenzaron en 1928 al convertirse en la primera mujer en cruzar el Océano Atlántico en avión. Aunque no había pilotado la nave, fue recibida a su regreso a los EE. UU. como una heroína.

Earhart nació el 24 de Julio de 1897, en Atchinson, Kansas, EE.UU. Fue en 1920, mientras asistía a un espectáculo aéreo en Long Beach, California cuando un paseo en avión que solo duró 10 minutos, cambió su vida. Supo entonces que tenía que aprender a volar.

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Desempeñó diferentes oficios para conseguir dinero con el que costear sus clases de aviación y ya para el verano de 1921 pudo comprar un biplano Kinner Aister de segunda mano, al que bautizó “El Canario”.

En octubre del siguiente año voló su avión a 14 mil pies de altura (poco más de 4 km), el entonces récord de altitud para féminas, y en mayo de 1923 se coronó la décimosexta mujer en obtener la licencia de piloto, emitida por la Federación Mundial de Aeronáutica.

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La prensa etiqueteó a Earhart como "La Reina del Aire".

Después de su primer vuelo trasatlántico, en 1928, ganó el apodo de “Lady Landy”, derivado del de “Lucky Lind”, otorgado al famoso aviador Charles Lindberg.

Amelia se volvió una celebridad mundial. No solo continuó batiendo vuelos de aviación, sino que con el apoyo de su esposo George P. Putnam, hábil publicista, escribió libros, impartió conferencias y estableció su propia escuela de pilotaje, entre otros.

La imagen que Amelia proyectaba era la de una joven amable y algo tímida, talentosa y audaz. Pero si bien fue una piloto inteligente, competente y temeraria, con total control de sus emociones, lo cierto es que no fue una aviadora brillante.

Mientras aparecían equipos sofisticados de radio y navegación, Amelia seguía confiando en sus instintos y aunque reconoció sus limitaciones y se esforzó por equiparar sus habilidades con el nuevo panorama tecnológico, su ocupada vida social no le facilitó ponerse al día.

Sin dejar atrás su propósito de establecerse como una respetada aviadora, Earhart se enfocó en aprovechar su fama para inspirar coraje y autosuficiencia en otras mujeres y así abrirles paso en todos los campos profesionales.

Entre los años 1930 y 1935, Earhart estableció siete récords de velocidad y distancia con diferentes aviones. En 1932 se tituló la primera mujer que cruzó el Océano Atlántico en solitario, en un viaje de casi 15 horas desde Harbour Grace, Terranova, Canadá, hasta Culmore, Irlanda del Norte.

En 1935 se unió al cuerpo docente de la Universidad de Purdue, en Indiana, EE.UU. como consultora profesional y asesora técnica del Departamento de Aeronáutica.

La Universidad accedió a financiar su próxima expedición, un proyecto largamente ambicionado que incluía la compra de un nuevo avión, un Lockheed Electra 10E bimotor, el avión que debía llevarla alrededor del mundo por una ruta ecuatorial que nunca antes había intentado.

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Amelia junto a Noonan, en junio de 1937.

Amelia reunió una tripulación compuesta por el Capitán Harry Manning como primer navegante, quien había sido el piloto del presidente Rooselvet. Fred Noonan, con amplia experiencia en navegación marítima y aérea tomaría el puesto de segundo navegante y como consejero técnico, eligió a Paul Mantz, piloto de acrobacias.

El plan de vuelo contemplaba despegar de Oakland, California y volar hacia Hawai; desde allí atravesar el Océano Pacífico rumbo a Australia. Después hacia la India, África, Florida, y finalmente California.

Despegaron el 17 de marzo de 1937 y aterrizaron en Hawai, según lo acordardo. Después de tres días, el Electra inició el despegue, pero algo falló y Earhart perdió el control de la nave, la que giró en una especie de lazo o bucle, aún en tierra.

Si bien no hubo heridos a pesar de que había combustible derramado por todas partes, fue necesario enviar al avión de regreso a California para ser reparado.

Quizás el incidente fue un augurio de que el proyectado vuelo no debía efectuarse, o al menos, no todavía. Comoquiera, Amelia no abandonó sus propósitos y una vez acondicionada la nave y con fondos adicionales recaudados, la fecha y ruta del segundo intento tomaron forma.

Esta vez, debido a cambios en el clima y los vientos, y solo acompañada por Noonan, volaría de oeste a este. Despegaron nuevamente de Oakland pero hacia Miami, Florida; el 1ro de Junio de 1937partieron desde allí rumbo a América Central y del Sur, y después hacia África.

Desde África, cruzaron el Océano Índico para aterrizar, el 29 de junio en Lae, Nueva Guinea. Habían completado unos 36 mil km de su viaje, con escalas cortas y sin hasta el momento enfrentar problemas de envergadura.

Solo restaban unos 4 mil kilómetros que los llevarían a través del Pacífico, el tramo más difícil y peligroso.

El 2 de julio de 1937, a las 12:30 a.m., el Electra despegó hacia la Isla de Howland, un pequeño trozo de tierra cerca de la línea del Ecuador en la región central del Océano Pacífico, entre Hawai y Australia y donde los esperaría el Itasca, un barco de la Guardia Costera estadounidense.

Sucede que la referida isla, con poco más de 1,5 km de largo y menos de 0,8 km de ancho, no se levanta a más de siete metros por encima del nivel del mar, lo cual dificultaba diferenciarla de las nubes con aspecto similar; por ello Amelia y Noonan previeron un plan de contingencia.

Desafortunadamente, otras decisiones tomadas comprometieron la seguridad y el éxito de la proeza.

El empleo de gasolina de alto octanaje hizo que el avión solo menos gasolina que su total capacidad; de otra, los equipos de radio con longitud de ondas más cortas no fueron llevados, equipos que podían transmitir señales a mayor distancia.

Estos y otros inconvenientes, comenzaron a ser vaticinios del trágico desenlace: extremadas condiciones de nubosidad que deben haber dificultado a Noonan la navegación celestial, mapas que después se comprobó eran inexactos, comunicación de radio muy pobre ese día…

Un mensaje de Earhart al Itasca, a las 7:42 a.m. informaba: "Debemos estar sobre ti, pero no podemos verte. Se acaba el combustible. No he podido comunicarme contigo por radio. Estamos a 1000 pies." Si bien el barco respondió no tuvieron confirmación de que Earhart los escuchara.

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Foto de Amelia en su licencia de piloto.

La última comunicación fue a las 8:43 a.m. Aunque la transmisión se marcó como dudosa, se cree que Earhart y Noonan pensaron que volaban de norte a sur intentando encontrar la isla pues ya habían avanzado suficientemente hacia el este como para estar en la zona correcta.

Cuando el avión falló en mostrarse según lo programado, el Itasca comenzó a emitir una columna de humo negro visible desde varias millas a la redonda, para que sirviese de guía a los aviadores.

Perdido el contacto, se inició una búsqueda inmediata en la que se involucraron 66 aviones y nueve barcos. El 18 de julio se dio por terminado de manera oficial el rescate de los dos infortunados viajeros.

No obstante, Putnam, con recursos propios, financió esfuerzos adicionales para encontrarlos; ya para octubre, no existía posibilidad alguna de que Amelia y Noonan hubiesen sobrevivido.

El 5 de enero de 1939, Amelia Earhart y su navegante Fred Noonan, fueron declarados legalmente muertos por el Tribunal Superior de Los Ángeles, EE.UU.

Las razones del porqué Amelia y Noonan no consiguieron llegar a Howland y completar su vuelo alrededor del mundo han sido motivo de debate desde entonces. ¿Qué sucedió? Eso, para la próxima edición.

Créditos
Amparo López Rego

Sobre el autor

Licenciada en Historia y Ciencias Sociales. Fue redactora-editora de la Revista Transportes, y editora ejecutiva de la Revista Sendas.