Tren de Hershey ¿con sabor a chocolate?

Creado: Dom, 04/03/2018 - 16:00
Autor: Yanay Prats Herrera
Tren de Hershey

Pocos creerían que la génesis del tren de Hershey partió de un chocolate, pues mire usted que sí: el magnate estadounidense Milton S. Hershey, su fundador, construye en Cuba hacia el 1915 un moderno central azucarero con el objetivo de que le proveyera de azúcares y mieles para los famosos bombones que se elaboraban en sus instalaciones industriales, ubicadas en Pensilvania, Estados Unidos.

Barra de Chocolate Hershey

Luego, el 29 de mayo de 1916 constituye The Hershey Cuban Railroad, entidad encargada de la construcción de un ferrocarril que comunicara el central con el embarcadero de Santa Cruz del Norte, la ciudad de Matanzas y el puerto de La Habana, para el traslado de su molienda y producción. El tren —cuyas líneas quedaron abiertas al público en septiembre de 1918—, al principio de vapor, en octubre de 1921 pasó a ser eléctrico, con lo cual devino no solo el primero de su tipo en nuestro país, sino además el único: un museo rodante.

Tren de Hershey, Cuba

En su recorrido el Ferrocarril de Hershey proporcionó corriente a través de la ramificación de los cables electrificados —los coches, automotrices, se alimentan del tendido aéreo de alto voltaje por un trolley en forma de araña— a los poblados aledaños a la vía.

Sin embargo, no todo fue color de rosa, pues el millonario tuvo distintos contratiempos para establecer su proyecto: litigios con la United Railways of Havana, que era la competencia; y, además, no pudo concretar su deseo de acceder a la Estación Central de Ferrocarriles no obstante luchar en las cortes para ello. Tuvo que conformarse con establecer su terminal cabecera en Casablanca —allí permanece hasta ahora—, adonde solo se podía arribar en lancha, una evidente limitación, sobre todo en ese período. Así que, finalmente, Milton vendió su tren y su fábrica, y se fue con sus chocolates a otra parte, ¡qué pena!

Asimismo, se pueden contar historias de película, como la considerada el Titanic del Tren de Hershey, aunque sin drama amoroso por lo menos que yo sepa. Catástrofe ocurrida el domingo 6 de mayo de 1923, cuando debido al choque entre dos trenes de pasajeros, el sistema automático de seguridad, con la coalición, desconectó el fluido en una central eléctrica a kilómetros del accidente. Un empleado novato, que no había sido advertido que si esto sucedía debía dejar el interruptor principal en off, pues era señal de un percance ocurrido en algún tramo de la línea, cada vez que el interruptor se disparaba lo encendía nuevamente, sometiendo a una especie de silla eléctrica a los pobres pasajeros del tren.

Hoy al cruzar la bahía de La Habana para llegar a la Estación de Hershey se disfruta a través de la Lanchita de Casablanca. Con amigos, de guerrilla para Canasí, en diversas ocasiones he montado ese tren, cuyo recorrido próximo al litoral norte de Cuba —que comprende hasta la barriada de Versalles— incluye varios poblados: Concuní, Jibacoa, Paula, Corral Nuevo, Los Mangos, Río Blanco, Dos Bocas y San Mateo. Y aunque para algunas personas como yo ha sido un paseo, una atracción turística, para otras es un medio de transportación importante entre un poblado y otro.

Tren de Hershey, Cuba

El tren de Hershey, con apariencia de tranvía, es una mezcla rara: entre surreal y túnel del tiempo. Aun así, parece llegará al club de los 120, pues para el año próximo celebra su centenario y, lo más extraordinario, operando todavía… y el chocolate lo pone uno.

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