Ingenio, imaginación, destrezas, perseverancia son algunas de las características del estadounidense Sylvester Howard Roper, una mente prodigiosa.
En 1835, con 12 años, Howard daba sus primeros pasos en un mundo ávido a los grandes inventos. Lo primero que hizo fue crear una máquina estacionaria a vapor y dos años después un motor de locomotora sin tener conocimientos de mecánica ni haber visto una. Cuando la vio por primera vez se quedó deslumbrado.
Su trabajo como maquinista y como trabajador en la fábrica de armas Springfield Armory, le permitieron satisfacer parte de su curiosidad. Las ideas comenzaron a llegar y luego los proyectos. Incursionó y patentó máquinas de coser, máquinas para hacer tornillos, escalera de incendio, hornos, un motor de aire caliente, un revólver con tiro de repetición, un estrangulador de disparo para escopetas, entre otros. Muchos de estos inventos los renovó y patentó en años posteriores.
A Roper se le considera uno de los pioneros de la automoción en la construcción de motocicletas y automóviles. El velocípedo a vapor desarrollado entre 1867-1869 es considerado por muchos especialistas como una de las tres primeras motocicletas. Luego vendrían los vehículos a vapor de dos, tres y cuatro ruedas, aunque lamentablemente nunca los llegó a patentar. En 1896 haciendo pruebas de velocidad con uno de sus modelos de velocípedo, una bicicleta Columbia con un motor de vapor añadido sufre un infarto.
Uno de sus carruajes de vapor se encuentra en la colección del Museo Henry Ford, otro en el Instituo Smithsoniano y en manos privadas. En el año 2002 fue incluido en el salón de la Fama de la Automoción por la bicicleta motorizada con caldera de carbón.
