Hoy, ya muchos desconocen que Bugatti no siempre fue alemana. El tiempo pasa y a las nuevas generaciones se les pierde la historia en la vorágine que vivimos en esta era digital. Repasemos entonces a la Bugatti pura sangre, la irrepetible etapa italiana, donde la mecánica heroica no dependía de la electrónica, ni del software y controlar 250 km/h a pura física era un verdadero arte.