
Con el Berliet T100 comenzamos una serie sobre los mayores camiones jamás fabricados. Titanes de hierro que han trabajado en las condiciones más duras.
Génesis del Berliet T100
En los cincuentas el petróleo del Sahara alcanza su cúspide. Paul Berliet, entonces presidente de Berliet, propone a sus ingenieros el desarrollo de un camión gigantesco, una mole incuestionable capaz de cargar más de 60 toneladas y, sobre todo, operar en zonas consideradas intransitable para los camiones hasta entonces.
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El desarrollo del súper camión fue expedito y top-secret, para no alertar a la competencia. En apenas nueve meses salió el primer prototipo de la fábrica de Courbevoie y presentado, por sorpresa, en el Salón del Automóvil de París, de 1957.

Explosión mediática
El Berliet T100 resultó un boom absoluto: con 102 toneladas de peso máximo, el descomunal mastodonte dejó al mundo boquiabierto, convirtiéndose en el mayor camión del mundo.
Todo era enorme en este camión. Tenía una longitud de 13,3m y su ancho de 4,96 m era impensable, pues no cabía en ningún carril. Sólo los neumáticos tenían un diámetro de 2,2 m, elevando su altura a 4,43 m y obligando a incorporar una escalera para subir a la cabina.
Mecánica y funcionamiento Berliet T100
Pero no solo su tamaño impresionaba. Este coloso poseía características muy singulares. Llevaba un motor Cummins de 12 cilindros en V a 60º, de 28.022 litros y 700 CV a 1.800 rpm —en una época que los camiones oscilaban entre 150 a 250 CV— con escapes hacia arriba para evitar arremolinar la arena. Tenía dos turbocompresores, uno para cada grupo de seis cilindros, y dos depósitos de 950 L de diésel cada uno.
Todos sus tres puentes eran tractivos, vinculados a una caja de cambios Clark de sólo cuatro velocidades hacía delante y cuatro atrás que, junto con la caja transfer, pesaba unas 2,5 toneladas. Así, este Goliat del desierto podía alcanzar 60 km/h de velocidad máxima.

Para maniobrabilidad se contaba con una dirección de tornillo sinfín y cada una de las ruedas tenía un gran freno de disco, comandado por una central hidráulica. Existía un motor auxiliar de gasolina, como respaldo, para garantizar funcionalidad de la hidráulica de ambos sistemas, en caso de avería del motor.
La cabina tenía cabida para una tripulación de cinco personas y estaba equipada con un sistema hermético para que no entrara el polvo del desierto.
Vida comercial del Berliet T100
Berliet fabricó tres unidades con la cabina detrás del eje delantero, y una cuarta con la cabina sobre el motor. Pero el mayor aporte del Berliet T100 fueron soluciones y tecnología para el desarrollo de varios “hermanos menores”, modelos que Berliet comercializó.
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