
Para ser campeón del mundo en F1, y Alonso lo sabe de sobra, hay que tener: en primer lugar un buen monoplaza, en segundo lugar cometer el mínimo de errores de pilotaje y estrategia de carrera y en tercer lugar mucha suerte. Creo, como muchos, que en la máxima categoría el coche nos da un 70 % de la victoria, el manejo y la estrategia un 25 %, dejando un 5 % a la suerte. El asturiano este curso, después de diez carreras, ha vivido de todo: irregular rendimiento de su bólido, errores graves de pilotaje y mala suerte.
El inicio de temporada en Bahréin fue muy alentador para Alonso, la escudería de Maranello y sus parciales. El doblete rojo, con Alonso a la cabeza, fue una clara demostración de poder. En Australia, segunda prueba de la temporada dominó McLaren Mercedes con Button, por otra parte Massa superó al asturiano alcanzando el tercer cajón del podio por detrás de Kubica. No obstante, Fernando fue cuarto sumando doce valiosos puntos.
En Malasia Massa terminó, por segunda carrera consecutiva, primero que Alonso y su séptimo puesto le valió para liderar la lista de pilotos. Alonso no pudo terminar la carrera malaya por rotura, a dos vueltas del final. Luego, en China, cuarta prueba del curso, el robo de arrancada de Fernando – con su respectiva sanción- lo dejaron sin podio. Sin embargo, pudo finalizar cuarto, muy por delante de Massa que concluyó noveno. En Shanghái ganó Button, escalando a la cima del campeonato.
El GP de España demostró que tanto Alonso como Ferrari tienen potencial, aunque en Barcelona hay que darle mucho crédito a Fernando que tuvo la paciencia de un árabe para hacerse del segundo cajón del podio. Otra bonita demostración de Alonso se dio en Mónaco. Fernando, que destrozó su monoplaza el sábado, se quedó sin opciones de clasificar. Saliendo último el domingo, realizó una épica remontada pasando por la meta en sexta posición. El GP del principado lo ganó Webber, saliendo de allí como nuevo líder en la carrera de pilotos por el título.
En Turquía flaqueó la Scuderia. Mala puesta punto y bajo rendimiento dejaron a Fernando sin posibilidades de pasar a la Q3, última fase de las clasificatorias y donde se discute la pole. Desde la duodécima posición salió Alonso el domingo y terminó octavo. Poco, muy poco para quien aspira a ser campeón del mundo. En Canadá, que regresó este año al calendario, Alonso finalizó cuarto. Ya Felipe Massa no es una amenaza para él, pero los pilotos de Red Bull Renault y McLaren Mercedes se lo están poniendo muy difícil.
En Valencia, donde Ferrari presentaba mejoras para luchar por el podio y la victoria, Alonso pagó la mala suerte de la entrada del safety car y acabó octavo. Mucha polémica, muchas protestas e insultos para nada; sin embargo, las mejoras del rendimiento de Ferrari se vieron en el trazado urbano español, donde se disputó el GP de Europa.
”Ingenuo“ error de Fernando en Silverstone, pasando a Kubica por el césped inglés lo privaron de lograr un resultado decoroso. Pero tanto el asturiano como Ferrari mostraron su poder haciendo la vuelta rápida en carrera a pocos giros del final.
Resumiendo, son diez carreras, los resultados: una victoria, un segundo, un tercero y dos GP sin puntuar. Demasiado poco para quien aspira al título. Alonso podrá ser, otra vez, campeón del mundo, pero este año la corona se balancea entre una flecha de plata y una lata de Red Bull, los milagros están de vacaciones.
Explico todo esto, porque Fernando Alonso aseguró que la escudería italiana todavía tiene opciones de ganar el Mundial. Así dijo el asturiano una vez terminado el GP de Gran Bretaña por el radio del equipo: "OK chicos, mantened la cabeza alta. Vamos a ganar el campeonato. Sólo estamos a mitad de la temporada y hay mucho tiempo para recuperarse. Tenemos un gran coche, se lo hemos demostrado a todo el mundo este fin de semana y lo hemos confirmado con esta vuelta más rápida".
Demasiado optimismo para tan poco botín.