
Este FIAT 126p es único y está en Cuba. Forma parte de los “vehículos sin frontera” que transitan por toda Cuba al calor de la necesidad de “no dejar de rodar”.
Es conocida en todo el mundo la voluntad de los cubanos en_las disímiles_funciones que ocupan a cualquier sociedad, entre ellas, la transportación de sus ciudadanos en_equipos_automotores. Si bien_las transportaciones masivas son cubiertas por el Estado, la individual o familiar está resuelta por múltiples inventores poco conocidos.
Existen ejemplos, como la motocicleta Karpazuki (ciclomotor Karpati, de origen soviético, con motor Suzuki, de origen japonés), la cual presentaré en un próximo artículo; o el Almendrón (automóvil americano de cualquier marca con motor diesel de disímil procedencia), del que hasta un libro nos escribió el amigo Alfonso Cueto.
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La inventiva e innovación de los cubanos para no dejar de rodar es tan grande que aparenta no tener límites. Solo dos, imprescindibles: el permiso de circulación que emite la Dirección de Vialidad y Tránsito tras riguroso análisis del vehículo y, por supuesto, la cordura, conocimientos y seguridad que muestren el autor y su obra.
Muchos de los inventores e innovadores están unidos al conocido Club de Autos Antiguos A lo cubano, que se reúne, el primer domingo de cada mes, en el parqueo del famoso cabaret Tropicana, ícono del espectáculo en La Habana. Allí acuden los fabulosos automóviles con que sueñan los turistas y los amantes del mundo del motor.
Fue precisamente en una de esas citas dominicales que vi al Gran FIAT 126p. Lucía grande, era más largo, diferente del morro a la parte trasera. Me sorprendió. Más tarde supe el porqué de los tantos cambios. Pero la sorpresa mayor fue ver al volante a mi amigo Barrios, propietario del taller de Daewoo Tico, radicado en Bauta.
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Barrios, fundador de los salones Excelencias del Motor con su Ford 1948, fue quien nos puso al tanto de los cambios en el Fiat 126p. «Tienes razón –me dijo- es más grande: 30 cm más largo». Y continuó: «el motor está delante, no detrás como viene de fábrica. Es de Dahiatsu Cuore Mira, de 1996, tiene tres cilindros y es de mayor potencia que el original». ¿Qué hicieron en el lugar donde iba el motor? «El maletero, que dispone de capacidad para la llanta de repuesto, los accesorios de mecánica y los bultos que haya que llevar». Y aclaró: «ahora la tracción es delantera. La modificación en la "careta" es para la ventilación del motor como cualquier auto con motor delantero».
¿Por qué más largo? «Para mayor comodidad en las plazas traseras. Este es ahora un "verdadero auto familiar". Aprovechamos y le cambiamos la pizarra y el timón, que son del Daewoo Tico. Hoy, este FIAT polaco 126p es más cómodo, potente y, dime, qué te parece» me preguntó sonriente. «Una obra de arte», respondí.
El FIAT 126 se fabricó en Italia entre 1972 y 1996. Y el FIAT 126p se fabricó en Polonia de 1973 al 2000. A Cuba, donde se bautizó como «polaquito», vino de la fábrica FSO (Fabryka Samochodow Motolitrazowych), la que disponía de dos plantas: Bielsko-Biala y Tychy. En Polonia fue la estrella de la motorización masiva, se le llamó «Maluch» (pequeño polaco).
El FIAT 126p fue distribuido en Cuba como premio al trabajo destacado en diferentes centros laborales. En los años 90 dejaron de importarse. Pero hoy sus propietarios hacen lo imposible para que sigan rodando. Con el tiempo, muchos «polaquitos» pasaron de padres a hijos, o a nietos… Así se les ve rodar en la vía pública, algunos muy bien cuidados.
📷: Rebeca Valdés