Es toda una ironía para quienes llevamos tiempo en el mundo del automóvil ver pasar los años. Vehículos que, nos parece ayer, casi acabamos de reseñar como un ”auto de ensueño para el futuro“, de pronto nos saltan para la columna de Autos Antiguos y Clásicos. Lo dice uno así, en tono ligero, pero la realidad se impone y ahí está aquel Porsche 959 o, como es el caso de hoy, este Ford RS 200 de los ochenta.
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El Chevrolet Monte Carlo es toda una leyenda del automovilismo norteamericano. Introducido por la marca de la cruz como un coupé de dos puertas en 1970, su carisma le alcanzó para perdurar por seis generaciones, hasta su extinción en el reciente 2007. Con potencia, buena distribución de peso, y aceptables características aerodinámicas el Monte Carlo era un coupé que rebajaba con toda facilidad los 8 segundos en el cuarto de millas y en alcanzar los 100 km/h desde la inmovilidad.

Como ya se ha hecho una feliz tradición, en el verano de este 2011 se celebró el Rally Anual de la Regularidad de Autos Clásicos y Antiguos, evento organizado por la Escudería ”A lo Cubano“ y al cual asisten representaciones de todos los clubes existentes en La Habana. Este año fue la 7ma versión del Rally, el cual resulta el evento más integral que se realiza en la Isla vinculado al automóvil de época.

Osvaldo Bernal trabaja desde hace años en un lugar exótico de La Habana: el Museo del Ron. Allí, entre las leyendas e historias sobre el nacimiento y desarrollo de esta criolla bebida fue conociendo un mundo de anécdotas, hechos curiosos y detalles; de forma que su pasión por el pasado se entremezcló, en un coctel único, con el amor que desde niño profesaba a los automóviles.

Cuando se habla de FIAT, inmediatamente la imagen de auto económico, fiable y eficiente, se impone. Sin embargo, a lo largo de su historia el gigante italiano ha incursionado en otros tipos de vehículos, desde camiones hasta ómnibus, y a finales de los años sesenta presentó un auto ejecutivo de lujo: el FIAT 130. Este modelo estaba disponible en dos versiones: una berlina y un coupé.

La industria británica del automóvil, sin dudas, es la menos reconocida del continente europeo. Su ”pedigrí“ palidece al compararse con países como Italia, Francia o la divina Alemania. Sin embargo, desde muy temprano allí surgieron excelentes autos con niveles artísticos superlativos, lo cual signó la personalidad de las marcas británicas, lideradas -en fama- por ese icono del auto de lujo que es Rolls Royce.

Durante los años treinta Bugatti -hoy perteneciente al grupo alemán Volkswagen- se mantenía como un productor independiente de vehículos de marcado carácter deportivo. Durante esa década concibió tres vehículos para intentar dar continuidad a su dominio en el mundo de la velocidad y, desde 1931, la llegada del Type 51 intentó rescatar la primacía mantenida por el legendario Type 35.

Los años cincuenta fueron dorados para la industria norteamericana del automóvil. En ellos no solo se produjeron muchos excelentes modelos, sino además la industria soñó como nunca a través de eventos y salones como Motorama. De aquella época llega este ”auto de ensueño“, que aunque no logró alcanzar la línea de ensamblaje, sí dejó una huella tras sí: el Plymouth XNR 1960.