Hoy los fabricantes buscan nuevas alternativas motrices para los automóviles. Más de medio siglo atrás una situación aún más calamitosa, la Segunda Guerra Mundial, obligó a Europa a buscar eficiencia y la respuesta llegó en la forma de la aplicación masiva de los motores diesel. Veamos la historia, según Mercedes: su principal protagonista.
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La Habana es una ciudad encantada. Al esplendor del Caribe se suman infinidad de detalles que se funden en un sincretismo apasionante: historia, religión, sensualidad y creatividad. Todo flota en el salino aroma que barre la ciudad desde el mítico malecón, y termina en los más recónditos barrios. Sus calles están inmersas en esta marea, su tránsito está repleto de historias apasionantes y, entre ellas, encontramos a nuestras protagonistas de hoy: las limusinas criollas de La Habana.
A finales de los sesenta, mientras en Norteamérica retumbaba el estruendo de los muscle car, en Europa se imponían modelos contenidos, en los que acomodar a los pasajeros parecía algo mágico. Fueron los mini-compactos que radicalizaron los conceptos de eficiencia, solidez y bajo coste. Hoy traemos a uno de los protagonistas de entonces. Veamos.
Occidente se ha atribuido, por décadas, el título de líder en avances tecnológicos y logros científicos. Esto ha incluido al automóvil. Ha sido tanto el barullo, que muchos deben hacer un esfuerzo para recordar que el primer cohete, el primer satélite y el primer hombre en salir de la órbita terrestre, fueron soviéticos. Justo en esos años, un automóvil soviético despedazaba cifras de velocidad, pero sus hazañas apenas son conocidas, esta es la historia del Zil 112, el misil rodante ruso.
En 1983 ya habíamos visto filmes como Tiburón; Viernes Trece y Halloween. Ese año el director de esta última, John Carpenter, presenta un filme basado en una novela de Stephen King en la cual, un auto era el protagonista de una satánica trama, donde posesión demoniaca, persecución y muerte se imponían sin control. El responsable de toda esa maldad era un apacible modelo de los años cincuenta: el Plymouth Fury de primera generación. ¿Desea conocer la historia? Excelencias les cuenta los detalles.
La historia de la marca Hillman comienza en 1907, con el nacimiento de Hillman Motor Car Company, en el Reino Unido. Su fundador, William Hillman, había hecho fortuna gracias al invento de la rueda de rayos, y su fábrica de bicicletas. Absorbida por el grupo Rootes, en 1929, permaneció así hasta 1967, cuando la adquiere ese depredador de marcas que fue Chrysler Europa. Su último modelo, el Hillman Avenger, fue quizá su mayor éxito, y la sobrevivió, llegando a ser vendido bajo ¡cuatro marcas diferentes! Esta es su historia.
Los prototipos tienen hoy un papel cada vez más importante en la industria automotriz y son utilizados por las marcas, no solo por razones técnicas, sino también por fines comerciales, pues resultan una excelente de promocionar las tendencias futuras de estilo y performances de las marcas. Seis décadas atrás General Motors comenzó esta práctica con Futurama, un proyecto que por varios años lanzó varios éxitos al mercado. Veamos algunos de ellos.
